Cuando el obeso chofer del camión se detuvo para invitar a subir a la hermosa muchachita de rizos castaños y mirada extraviada que esperaba en la cuneta, no imaginó que apenas parara el motor, subirían al asiento trasero dos jóvenes hombres de aspecto estrafalario presentándose como amigos de la carnad…, digo, frágil joven que había visto. Sin poder negar que había caído preso de la dulzura de la chica y la astucia de sus compañeros, los llevó taimadamente a destino sin siquiera preguntarles sus nombres, lo que en todo caso no fue necesario porque Dennis inició inmediatamente una ruidosa charla en que trató de explicarle la historia de su viaje omitiendo, obviamente, que eran vampiros y que iban a una convención.
El camino se hizo más largo de lo que correspondía, por el clima de antipatía y la cháchara intermitente de Dennis que ya comenzaba a agotarse como una radio con poca batería. Sin embargo, el chofer poco a poco comenzó a cambiar su visión de la situación al suponer que estos extraños jóvenes venían completamente drogados (fundamentándose en sus rasgos pálidos y sus palabras sin sentido) e ideó un modo para sacar provecho de ello. Dada su prominente masa corporal no le era difícil rozar disimuladamente el cuerpo de Margarita y pensó en que de ese modo sería fácil extender un poco más su mano sin que los narcotizados se dieran cuenta, sólo que no contaba con el hecho de que el par a sus espaldas pudiese oler las hormonas que comenzaba a emitir y al realizar el primer lascivo movimiento un par de dedos se hundieron mortalmente en su grasoso cuello tan sorpresivamente que ni siquiera se alcanzó a preguntar cómo era posible eso, por suerte para los pasajeros en su último impulso frenó el vehículo a un lado de la calzada.
-Muy bien, Tristán, nos quedamos sin chofer
-Alguien tarde o temprano iba a hacerlo, además ahora tenemos auto, siempre dices que quieres uno, no te quejes
Dennis se encogió de hombros, en eso tenía razón. Entre los dos sacaron el pesado cadáver y lo lanzaron en la oscuridad mientras Dennis se acomodaba en el asiento de chofer y retomaba la marcha. Aquél sería un ruidoso viaje en que Dennis, para variar, traumaría a Tristán con el escándalo de la bocina que cruzó la carretera como un enorme animal enloquecido.
Por eso fue que los vampiros pudieron llegar a tiempo a la convención y en su propio vehículo.
Estacionaron el camión en el aparcamiento junto al recinto. En la recepción pagaron su acreditación al evento y se llevaron la primera sorpresa comprobando que los trabajadores humanos del hotel seguían vivos, pero se sosegaron pensando que sería una actitud de decencia y para evitar escándalos.
En ese momento se estaba desarrollando una fiesta de inauguración en el salón principal del hotel, hacia donde se dirigió inmediatamente el trío. Dennis abrió con parsimonia las puertas del lugar y…. silencio. Los tres vampiros se quedaron en un silencio desconcertado
-Tal vez… tal vez sean el aperitivo
Terció Tristán, por decir algo, ya que cada uno comenzaba a intuir que algo en aquella convención iba mal.
Lo primero fue el estruendo que los golpeó, una música profunda y violenta como un lúgubre terremoto en gestación que agitaba a los extravagantes presentes en pulsaciones rítmicas emulando un oscuro nido de víboras. Lo siguiente que llamó su atención fue el olor, una mezcla de transpiración fluidos corporales alcohol y drogas, aromas característicos de los seres humanos.
Esta vez la misma multitud se encargó de separarlos, sumergiéndolos en la vorágine del desenfreno. Margarita y Tristán estaban desconcertados y Dennis dichoso, se dejaron llevar por la marea de cuerpos, los roces del cuero y los encajes almidonados, el sonido de las cadenas, el tintineo de las cruces, la punzada de las púas y remaches. Cada uno por su lado comprendió que la “Convención de vampiros” era en realidad una fiesta de los llamados góticos.
Dennis, según su costumbre, se adaptó de inmediato; de algún modo se las arregló para llegar a la barra y pedir una cerveza. Para Tristán fue más difícil, había tardado quince años en aceptar que el jazz tenía calidad artística y otros veinte para tolerar el rock&roll… ahora debía enfrentarse al ataque del goth-metal y sus defensores; finalmente logró arrimarse a una pared y se quedó quietecito esperando a que todo se tranquilizara un poco para huir de aquel dantesco caos ¿Y Margarita? Margarita fue una pluma en el ojo el huracán, arrastrada sin comprender por qué todos se movían así y algunos se quedaban pegados mirando los colores de su vestido de hippie como si fuera lo más espectacular del mundo.
No era lo que esperaban. Habían llegado hasta allí buscando a su especie y se habían encontrado con la huella de una sociedad con tendencia a la venta mayorista de mentiras, exponiendo todas aquellas viciosas delicias tan fáciles de encontrar en las aglomeraciones de jóvenes. Tristán fue el que más reflexionó acerca de eso (de hecho fue el único) los veía con curiosidad y algo de soberbia, los asistentes con sus trajes negros y maquillajes exagerados, algunos incluso con las dentaduras operadas para exhibir los colmillos afilados, se consideraban a sí mismos entes de la oscuridad, pero no alcanzaban a comprender todo lo que ello implicaba, desconocían el sabor a vida que tenía la sangre, el hondo vacío de la muerte y el pánico indescriptible que les causaba la luz del sol. Toda la oscuridad de la leyenda del vampirismo se había convertido en merchandising de colección.
Hubiese pensado más al respecto, pero el bullicio le impedía oír sus propios pensamientos y porque justo en ese momento una mujer se le acercó ofreciéndole provocativamente una cerveza que, contra lo usual, aceptó. La mentada mujer vestía un atuendo semejante a los vestidos de su tiempo, pero considerablemente más sensual y la acompañaban otras amigas igualmente extravagantes que en poco tiempo lo rodearon y bombardearon con preguntas como “dónde has comprado ese sombrero de copa?” “Este reloj de cadena es de plata auténtica?” “Qué base usas para lucir tan pálido y no parecer maquillado?” entre otras de esa lid. Por aquellos mismos momentos, también, la banda que estaba tocando dejaba el escenario porque la vocalista había decidido acercarse a un atractivo joven rubio que bebía cerveza como un desquiciado en la barra y otra agrupación los reemplazaba. El cantante de la nueva banda en escena saludó a los presentes con un motivado
-WHAT`S UP, VAMPIRES??!!
Entonces todo salió de control, tan rápido que muchos nunca terminarían de comprenderlo.
Inesperadamente una muchacha hippie subió al escenario de un salto y mordió el cuello del músico que tras convulsionarse un poco quedó inerte en lo brazos de su agresora. El silencio fue total cuando sin inmutarse, la joven tomó el micrófono de la mano cadáver y comenzó a cantar en portugués una extraña canción con una impresionante voz que cualquiera habría adjudicado a una jazzista negra.
-¿Margarita?
Pensaron a un tiempo los vampiros, tan asombrados por la voz de su amiga como por la gran ovación que recibió por parte del público que al parecer estaba demasiado distorsionado para lamentar el deceso del anterior vocalista. Pero ellos no estaban como para admirar los talentos de la muchacha, pues cada uno estaba en ese instante en una poco favorecedora posición. Mientras Dennis tenía la cabeza presionada contra la barra por el gigante novio de la cantante con la que había coqueteado, pensando en un modo de zafarse sin ocupar el total de su fuerza lo que podría romper el cercano barril de cerveza y provocar una catástrofe tan grande como desperdiciar esa cantidad de alcohol; Tristán veía colmada su paciencia con las chillonas góticas que lo habían estado acosando y se preguntaba qué hacer ahora que estaba rodeado de sus cadáveres.
Lo curioso es que a partir de entonces la fiesta tomó dimensiones apoteósicas, tal vez causadas por el baño de sangre que excitó a los freaks asistentes o por los efectos distorsionadores de la voz de Margarita que estuvo cantando temas de dios-sabe-qué-época toda la noche , lo único seguro es que el clímax llegó hasta el punto que hizo parecer las bacanales griegas una pijama-party al lado de esta orgía disque vampírica, y que a partir de entonces nadie recordó nada más que imágenes nebulosas y colorcitos sicodélicos que se movían sin cesar.
Cuando el fatídico sol rompedor de ilusiones comenzó a repuntar en el alba, nuestros vampiros se juntaron en la puerta y sin cruzar una palabra entre sí, corrieron hasta el automóvil. Cuando se vieron lo suficientemente lejos, cubrieron el parabrisas con una lona y las ventanillas con sus chaquetas, encerrándose de tal modo que ni la luz ni nada pudiese importunar sus descansos.
En tanto, en el sitio del suceso, los policías acudieron ante el llamado alarmado de los dueños del hotel que veían con espanto el piso sembrado de cuerpos semidesnudos como si se tratara de un campo de batalla devastado. Con el ceño fruncido los especialistas se dedicaron a examinar la evidencia para entregar a eso del mediodía un reporte en el que se entregaba un detallado análisis de la situación, un espeluznante resumen de los daños materiales y un saldo de las víctimas fatales que señalaba: cuatro sobredosis, un asesinato a arma blanca con características rituales, dos infartos, una asfixia, seis intoxicaciones por alcohol y nueve inexplicables desangramientos. Algunos testigos hablaron de vampiros, pero el examen antidrogas no avaló sus palabras. Al final para todos los sobrevivientes de la masacre-juerga lo sucedido se convirtió en una espectacular alucinación colectiva provocada por los excesos y la música y nadie más quiso recordar nada de lo presuntamente ocurrido para no revivir la resaca apocalíptica del día siguiente.
Por la noche, los vampiros quitaron las lonas que los protegían y enfilaron el camión de vuelta a la ciudad. Pese a que eran incapaces de sentir los efectos de la noche anterior y de que en verdad la habían pasado de lujo, en los asientos de adelante Tristán y Dennis iban en un tenso silencio, mientras Margarita en la parte trasera jugaba con unas cadenas con dijes de símbolos paganos que le había quitado a algún descuidado o desafortunado gótico. En vista de que al parecer nadie tenía la más mínima intención de compartir alguna idea con los demás, Tristán expuso su malestar
-Aun no hemos buscado a la Ilusionista…
-Ja, verdad que veníamos por eso
- Me siento un poco…
-¿Culpable? ¿Miserable? ¿Frustrado?
-…
-Niñito, siempre como un niñito. No llores, la buscaremos esta noche
Tal y como lo hacía notar su amigo, Tristán se tranquilizó al igual que un pequeño lo hace cuando sus padres le prometen lo que quiere. Aunque su deseo había madurado, la idea de reencontrarse con la vampira que lo había convertido no dejaba de ser una hoguera en el fondo de su alma quemando sus días.
Al llegar de vuelta a la ciudad, hicieron lo que cualquier ser racional haría al buscar a alguien: pararse en medio de un lugar público a preguntarle a todos los transeúntes. ¿Que la actitud racional era ir a la policía? Tenían sus motivos para no hacerlo, fuera de la desconfianza innata hacia la autoridad que particularmente presentaban estos tres ejemplares, temían que al iniciar una búsqueda formal se les obligara a presentar información personal de la cual carecían y tratar de dar explicaciones a fenómenos que no sabrían cómo explicar. Por eso fue que decidieron pararse a lo largo de una importante avenida a interrogar a quien se les atravesara, sin más herramienta de búsqueda que la descripción que les diera Tristán, “Mujer de unos treinta años, 1.65 de altura, contextura delgada, cabello negro largo y ondulado, piel blanca, ojos negros y belleza sobrehumana”; Escueta descripción que por lo demás Margarita olvidó apenas terminó de oírla, pero para ayudar a su camarada fingió recordarla y cada vez que se acercaba a alguien comenzaba a enumerar las características físicas de su interlocutor, para gran desconcierto del mismo.
Como es de suponer, la búsqueda no avanzó demasiado. Por ahí, Tristán hablando con un caballero, recordó que en su pantalón llevaba el retrato doblado y antes de que el hombre se marchara lo detuvo para mostrarle el dibujo desdoblado
-¿Usted me quiere hacer una prueba siquiátrica?
Preguntó el caballero, ante lo cual intrigado Tristán miró su obra descubriendo que lo que tenía en frente era una enorme mancha de tinta emborronada. Su rostro se nubló de vergüenza y rabia, a su mente llegaron en tropel todos los improperios que había conocido en sus casi doscientos años e incluso algunos nuevos que acababa de inventar al recordar que había estado una semana durmiendo en el fondo de un lago en Finlandia y que obviamente su gran obra se había empapado sin que recordara hacer algo al respecto.
-Lo siento, fui un… estúpido y mojé el único retrato que tengo de ella. Pero… pero puedo describírsela. Es una mujer ilusionista de unos treinta años bien cuidados… es hermosa, seductora, de andar felino con una cabellera azabache que le cae rebeldemente sobre esos hombros elegantes y blancos en unos rizos como de olas de mar. Y sus ojos… sus ojos negros son magnetitas ardientes. Labios… besables. Piel blanca y fría como el metal, voz baja algo grave… y… y…y es una oscura diosa de la fertilidad que en una sola noche puede ser inolvidable… ¿la ha visto?
El caballero lo miró de arriba abajo con estupefacción ¿o era compasión? Y se alejó rápidamente sin mirar atrás, diciéndose a sí mismo que nunca más se detendría a escuchar las peroratas de los lunáticos vagabundos. No obstante, desde la penumbra de un callejón asomó la silueta corpulenta de un hombre moreno con unos profundos y fríos ojos color miel que se movía con la sobria seguridad casi melancólica de los más viejos de su especie
-Hola hermano, iba por aquí andando y casualmente te oí… ¿Tristán? ¿Es ése tu nombre?
El hombre hablaba con amabilidad y su voz se oía como un son ligero y sensual debido al acento latino que lo había seguido hasta la no-vida
-¿Cómo…?
Tristán tensó los músculos recelando. Al fin había dado con uno de los suyos, pero como todo ente acostumbrado a la soledad, no dejaba de desconfiar
-Lo siento, tengo un oído demasiado fino. Anoche te vi con tus amigos en la fiesta ¡Vaya numerito el que hicieron, muchacho! Pero no niego que me aproveché de las circunstancias ¿Por qué no? Yo también me sentí engañado con ese anuncio…- el vampiro notó la inquietud en los movimientos de Tristán y rió con deliciosa benevolencia- Tranquilo, tranquilo, hermanito… nos hemos vuelto huraños con los tiempos ¿no? Somos una especie de solitarios ¡Qué mal! te lo dije, iba pasando y te oí algo interesante, una descripción…-
La mirada de Tristán se clavó en el rostro canela del desconocido tratando de indagar algo detrás de esa sonrisa blanca, sin resultado. Trataba de parecer distante, una roca fría, pero no podía disimular la ansiedad que el tema le inspiraba
-Me sonaba familiar ¿sabes? Después de todo, el mundo es bastante pequeño para los de nuestra clase. No la conocí, pero sí mi vieja compañera… ella la llamaba Su
“Su… ¡Suzy!” pensó Tristán
-¡¿Cuándo fue eso?! ¡¿Dónde?!
El vampiro moreno se fue desvaneciendo en la oscuridad de la cual había venido, hasta que no quedó de él más que la sonrisa a semejanza de un antiguo cuento infantil
-No hace mucho, hermanito, en Brasil….

Wow quedé encantado con este capitulo.
ResponderEliminarSuponía que lo de la convención saldría mal, pero encontrarse con otro vampiro, realmente me dejó con ganas de seguir leyendo.
Atte. El Chico de la Risa Estruendosa.