Capítulo 12: El hechizo Roto


El vaivén del mar extendía hacia el horizonte su cadencia ronca e infinita. Sobre la cubierta del barco, casi inmóvil gobernando en las aguas, Tristán miraba el terciopelo salpicado de diamantes que era el Mediterráneo a esa hora, reflejando el cielo. Recordaba la primera vez que había viajado en barco, aunque eso había sucedido hacia demasiado tiempo, cuando siendo solo un niño cruzó el Pacífico en una travesía con dirección a un destino que rechazó por sus verdaderas pasiones. Ya ni siquiera sentía nostalgia, aquellos recuerdos parecían pertenecerle a otra persona y su mente tendía rebeldemente hacia la ansiedad.
Sacó la invitación para la función de esa noche y volvió a hundirla en fondo de su bolsillo como si al sacarla de su vista pudiera sacarla de su mente. Era la noche. Se reencontraría con su amada y odiada Ilusionista,  todos los que habían visto el espectáculo lo catalogaban de increíble y a su autora como una morena exótica y bella, además la tarjeta de invitación mostraba la fotografía de una máscara veneciana que él conocía bien, porque hacia casi doscientos años él mismo la había colgado en la pared de su apartamento.
  -Teodosio…
Dijo Margarita acercándose a él vestida con un elegante vestido de fiesta rojo italiano  y llevando una copa de daiquiri en la mano y de vino en la otra
-Me llamo Tristán, Margarita… luces linda ¿Qué sucede?
-El tipo de allí dice que…-dudó un rato y luego recitó de memoria- “Dejes de estar ahí como un niñito baboso y vengas a tomarte unas cervezas, que esto está lleno de mujeres y chequeras, que falta mucho para la función y disfrutes los pasajes gratis en un crucero de lujo”…ufff… fue largo
-De acuerdo. Vamos con él
Como bien hacía notar Dennis, el barco rebosaba de tales lujos y extravagancias que, aunque a menudo sus víctimas fueran de buena situación y por tanto los botines de los cadáveres bastante suculentos, la suntuosidad de algunos seguían asombrándolos. No había sido fácil conseguir los atavíos adecuados para encontrarse en ese lugar.
Dennis esperaba en un pequeño bar junto a una piscina, vestido con un moderno y elegante ambo, como es de suponer, con un buen vaso de la cerveza más cara que tenían
-¿Cómo estás, niñito?
-Bien…
-No lo pareces ¿Son los nervios o la falta de sangre?
-En serio, estoy bien. Solo pensaba en algunas cosas…
-Ah. Vamos con una historia, estoy un poco aburrido de estos burgueses
-Esa máscara, la de la fotografía. No puede ser coincidencia, estoy seguro de que es la mía, la fabriqué apenas dejé mi primera compañía, es decir, cuando me echaron
-¿Por qué te echaron?
Tristán rió un poco al recodar
-Por un estúpido malentendido. La mujer a la que quería deseaba ser actriz, pero en esos tiempos no era bien visto que las mujeres subieran al escenario, por eso la ayudé a entrar disfrazada de hombre. Cuando quise cobrar mi parte nos descubrieron tras bambalinas, o mejor dicho me descubrieron abrazando y quitándole la levita a un compañero… Fue clemente que me expulsaran y no me denunciaran por sodomía…
-JAJAJA… ¿Y ella?
-Ocupó mi lugar en la compañía. No fui capaz de delatarla aunque no hubiese hecho nada para ayudarme
-Como amante eres un idiota ¿lo sabes?
-Si, el hecho mismo de estar aquí ahora lo demuestra- suspiró- ¿Qué hora es?
Dennis consultó un carísimo reloj de pulsera que había encontrado por ahí
-Hora de irnos. Conste que hago un gran sacrificio en llegar temprano para que tengamos los mejores asientos…
-La función está por comenzar…
Murmuró Tristán mientras ayudaba a levantarse a Margarita. Ella se afirmó del brazo de Dennis y Tristán los siguió unos pasos más atrás, el camino en dirección al salón de la planta de abajo se hizo interminable. 

Se acomodaron en las mesas dispuestas en torno al escenario, el programa yacía destrozado en pequeñas bolitas de papel junto a los codos de Tristán. Sus amigos compartían aquella ansiedad, o fingían hacerlo… por lo menos Dennis, Margarita es tan extraña.
De repente, la banda que amenizaba la función tocó un redoble de tambores y el anfitrión que guardaba una interesante semejanza con un pingüino, más allá del vestuario, inició una pomposa introducción a la que ninguno de los vampiros prestó atención. La ola de aplausos que siguieron a sus palabras fue una especie de despertar para Tristán que en ese momento sintió una presión en el pecho como no recordaba desde su conversión, algo doloroso y cálido a la vez que lo hacía sentir más vulnerable, un vértigo inusitado que subió hasta su marcada garganta cuando los cortinajes bermellón de los telones comenzaron a abrirse para mostrar en el centro del escenario la figura, sublimada por efecto de las luces, de una mujer de cabellera negra vestida estrafalariamente y cubierto el rostro por la ya conocida máscara veneciana.
La sorpresa que se llevó al verla se convirtió en segundos en una decepción tan intensa que sería difícil de describir. Era una humana, podía reconocerlo fácilmente, aunque tuvieran un cierto parecido físico con los efectos escénicos, carecía de la esencia exótica que caracterizaba a SU Ilusionista. Extrañamente, aquella desilusión que se colgó de su corazón no tenía gusto a tristeza ni derrota, sino un profundo matiz de alivio, de saber que el trance difícil ya había pasado y la herida abierta de su alma (o su cuello) seguiría como tal, sin abrirse más ni cicatrizar en la coagulación de un reencuentro.
-No es ella
Le dijo a Dennis que permanecía expectante de su reacción
-Lo siento
Tristán se encogió de hombros y se ocultó detrás del cristal en un sorbo de vino, casi sintiéndose culpable de no poder sufrir más. Pero es que los desengaños habían sido tan frecuentes y crudos a lo largo de los años de su existencia que casi temía un triunfo que lo situara en una posición difícil donde no sabría cómo actuar. La melancolía es más fácil de sobrellevar que la alegría, pensaba sonriente y trataba de darle un sentido al capricho de su mente, que lo hacía pensar en la falta de sangre de aquellas jornadas de navegación en lugar de concentrarse en el dolor y la frustración que debía sentir por la crueldad del sino. Además del asombro que le causaba su propia reacción, le parecía curiosa la coincidencia de la máscara que él mismo había diseñado y que aparecía en el espectáculo, sin embargo, no lograba encontrarle una explicación y optando por lo sano, a su juicio, dejó de buscársela.
-¿Qué haremos ahora?
-Si quieren seguir aquí, pues continuamos el viaje. Si no, nos bajamos en Italia… y buscamos más pistas
Dicho esto se levantó y salió del salón antes de que terminara la presentación. Sabía que no lo seguirían, Dennis pensaría que estaba destrozado y lo dejaría combatir su presunta tristeza a solas, mejor así. En la cubierta del barco, con el mar como único testigo no necesitaría fingir ante nadie que estaba mal, tampoco ante sí mismo, pues el ritmo misterioso del océano lo purgaba de todo intento de reflexión. Hubiese deseado llorar, para sentir alguna emoción, pero en el fondo sabía que estaba tranquilo y eso era todo, que lo había intuido, por tanto la sorpresa era menor. O eso suponía.
Se afirmó de la baranda y dejó que el viento jugara con sus cabellos rebeldes y que el tiempo se le disolviera lentamente como si nada existiera.
-oh… baby, baby it`s a wild worl…
Cantó en un susurro distraído un tema moderno que había rondado su cabeza. Esperaba lo inesperado, dispuesto a sorprenderse con lo más cotidiano.

A la mañana siguiente Dennis comprobó con extrañeza que Tristán no se encontraba en el cuarto que compartían, pero antes de que en su mente comenzaran a barajarse las hipótesis, el susodicho entró arrastrando su descuidada apariencia
-Pensé que habías hecho una locura, como esperar el amanecer… otra vez
-No, o tal vez si… ¿Y Margarita?
-Quiso salir a dar un paseo ahora que sabe que el sol no le hace daño
Tristán se tendió pesadamente en la cama, bajo el smoking Dennis creyó ver algo que brillaba
-Este… Tendremos que bajar en Sicilia, Siracusa. La maté
-¿A la ilusionista?
-No la llames así, preferiría decirle la “Mujer mago”
Dennis se encogió de hombros, en el fondo no lo sorprendía
-¿Por qué lo hiciste, Tristán?
-Quería preguntarle por la máscara y después… no lo sé, no pude soportarlo ¡Tenía que beberme su sangre!... cuando me di cuenta, solo pude hacer lo posible para que pareciera un suicidio
Inocentemente puso la mentada máscara sobre la mesita de noche
-Ah, niñito… -suspiró Dennis- dices que yo soy bueno para crear problemas, pero cuando quieres cagarla lo haces con ganas. De acuerdo, nos bajamos en Sicilia, ahora descansa
No le dijo más, dejarlo ser era la forma en que Dennis le demostraba su apoyo emocional, curioso, pero efectivo.

No sé realmente si los vampiros sueñan, de lo que sí doy fe es que mientras dormía en la posición fetal que solo intensificaba su aspecto de niño vulnerable, Tristán se aferró a la almohada como si se tratara de algo muy íntimo que quería proteger.

Capítulo 11: Lo que no sabíamos de Margarita

Me ahorraré describir el cómo los vampiros dejaron Rumania y se dirigieron hacia Grecia, específicamente a la ciudad de Kastoria, ubicada al norte del país. Creo que también sería lo más conveniente omitir las partes referentes a la infructuosa búsqueda de información acerca de los licántropos y su presunta relación con la Ilusionista; también de la penosa impresión que les dejó este último viaje, al comprobar que Kastoria sustentaba su economía en el comercio de pieles, pues aunque parezca raro proviniendo de quienes se alimentan de seres humanos, estos vampiros repudiaban la caza de animales, “Nosotros matamos para subsistir y aprovechamos el dinero de los muertos, no lo hacemos por capricho ni lujo” decían meneando la cabeza con amargura.
Retomemos sus andanzas en el puerto de Patras, a donde habían ido a dar sin saber por qué, en un viaje cuyo rumbo ya no podían vislumbrar. Y por añadidura, una extraña atmosfera impedía que las cosas en el grupo fueran como siempre lo habían sido. Tristán no podía olvidar lo sucedido en Transilvania y aunque lo intentaba de corazón no era capaz de disimularlo.
Una extraña forma de mirarla, como ocultando algo, para desviar la vista rápidamente y fingir que no le ponía atención. Un constante rehuir de sus frecuentes intentos de acercarse, contestar distante a sus palabras, evitar en la medida posible cualquier contacto. A veces también la observaba y apretaba los ojos y los puños, acallando una voz interna que le susurraba confusas ideas en la mente. No sabían cuánto duraría ese sainete maldito que se iba hinchando de silencios y sentimientos negados como una pompa, pues nadie se atrevía a dar el primer paso porque simplemente no tenían idea de cuál era su papel en el drama.
Empero las burbujas siempre terminan por estallar, lo queramos o no, y esta vez le tocó efectuar el pinchazo a quien precisamente estaba menos involucrado. Cuando Dennis consideró que ya no soportaba más verse envuelto en una tensión que no le correspondía decidió que debía actuar y lo hizo una noche en un restaurante, siguiendo a Tristán que había ido al baño so excusa de desenredar un poco su maraña de cabello.
Allí lo encontró limpiando con un trapo la sangre en el piso del pobre tipo de cuello esbelto que se le cruzó en los lavabos y cuyo cuerpo ya había lanzado por la ventanilla
-¿Qué hiciste, Tristán?
-Es que tenía hambre- se excusó éste como un niño regañado, principalmente por el hecho de que Dennis lo había llamado por su nombre y no “Niño”“Tristón” o “Susy”, lo cual implicaba que estaba actuando con seriedad y eso no solía ser un buen indicio- ¿Sucede algo?
-Eso quisiera saber
-Dejaste a Margarita sola… deberíamos volver a la terraza
Se evadió Tristán, bajando la mirada al pronunciar el nombre
-Ella estará bien, el guardia creyó que tenía problemas mentales cuando comenzó a comerse las servilletas, así que la está cuidando… De momento me preocupas más tú
-¿Eh?
-No te hagas el tonto, actúas como un niño… otra vez- dijo Dennis y se acomodó sentándose en el borde de un lavabo para quedar más alto que Tristán- Ahora me dirás qué es lo que tienes con Margarita ¿Sigues enojado por lo de la loba?
-No estoy enojado, sé que ella no tiene la culpa… lo que sucede es todo lo contrario –dio un largo suspiro y continuó- lamento haber actuado así con ella, me siento culpable por entristecerla, pero cuando intento reconciliarme… recuerdo el modo en que actuó en Rumania. Nunca la había visto ser así, ni siquiera cuando cazamos, entonces voy pensando en cuán poco la conozco y eso me forma una coraza para con ella, recelo, pienso en qué otras cosas podrá estar ocultándonos…
Dennis permaneció en silencio, sumergido en reflexiones tan profundas que no alcanzo a vislumbrar. Después de un rato se irguió risueño y le dio un coscorrón a su amigo
-Idiota ¿Cuándo vas a crecer, niñito?... Supongo que es normal que tengas momentos de desconfianza, tan solo la conocemos de hace unos meses, pero ha demostrado que es nuestra amiga y eso debiera ser suficiente. No esperes sentado a que tus dudas se disipen, anda y trata de arreglar las cosas con ella… si no lo intentas, nunca acabarás de conocerla
Tristán asintió sumiso, como de costumbre Dennis llegaba a él con las palabras adecuadas, y salieron juntos hacia la terraza donde los esperaba Margarita con la cabeza hundida entre los brazos y la mesa.
 En el camino, Tristán cortó una de las flores que decoraban la terraza del restaurante y se la puso delicadamente en el cabello. Ésa era la señal para que Margarita comprendiera que la tormenta había pasado y la amistad con sus compañeros volvería a la normalidad, pero en el fondo Tristán lo sabía; ya nada sería igual, pues una sorpresa los acechaba en las cálidas costas griegas.
-¿Y ahora qué?- Se quejaba Dennis-  le perdimos el rumbo a la dichosa Ilusionista y ahora estamos aquí… sin una puta idea de cuál será el paso siguiente
-Bueno, tal vez si nos hubiésemos quedado más tiempo en Kastaria…
-Tal vez nos hubiésemos quedado si ustedes no se hubieran bebido una tienda entera y la policía no hubiera abierto un caso criminal
-Te recuerdo que eran unos malditos peleteros, ¡escupí su sangre envenenada!
-Eran malos
Lo apoyó Margarita, porque ella había matado a gran parte de las víctimas. Dennis ahogó sus comentarios en un sorbo de cerveza y su amigo agregó
-Pero ya que estamos aquí, disfrutemos nuestra estancia antes de continuar la búsqueda. Digo, ¡Esto es Grecia, la cuna del pensamiento accidental! ¿No los excita eso?
-Suenas como un nerd, niñito
-¿Un qué?
-Olvídalo. Si quieres hacer turismo, adelante…Tomaré unas cervezas más y nos iremos a recorrer más ruinas añejas por ahí, ya que no hay nada mejor que hacer
-¿Qué opinas tú, Margarita? Después de todo, de ti dependemos aquí. Eres la única que habla griego
La vampira fijó en él sus ojos como interrogándolo. Con algo de duda en la voz contestó
-Si
Y sonrió al ver que Tristán lo hacía y que todo aparentaba ser como antes.
Por alguna razón las ciudades parecen revelar su verdadero encanto durante las noches, lucen más sinceras, libres de las apariencias y dejando aflorar lo más íntimo de sus naturalezas, su historia e idiosincrasia. Es por tanto, privilegio de los noctámbulos observar lo más genuino de cada lugar que visitan; como en esta ocasión, que con la complicidad de la Luna recorrieron zonas de exquisita riqueza histórica de los períodos helénicos, macedonios y cristianos, algunos de estos vedados a esa hora para el público, pero ya que no se trataba de visitantes normales, pasaron por alto las barreras de seguridad para compartir con las reliquias el silencio solemne de quienes también han vencido el azote de los tiempos.
En eso se llevaron gran parte de la noche. Es de suponer cuáles eran los humores de cada uno, Tristán fascinado, Dennis refunfuñando por una cerveza y Margarita… sonriendo.
-Diantres, me dejé el abrigo en el museo…
Dijo Tristán cuando iban de regreso al hotel, cerca del amanecer
-¡Iré por él!
-No es necesario, Margarita. Ya conseguiré otro cuando cacemos mañana
-¡Iré por él!
Insistió ella
-Déjala. Si es lo que quiere…
-De acuerdo. Ve, nosotros estaremos en el hotel, ya sabes cómo volver… cuídate
-Sí. Nos vemos
Margarita se perdió calle abajo a pasos ligeros, mientras sus amigos la seguían con la mirada como un par de padres protectores hasta que ella dobló una esquina y con algo de inquietud se dieron la vuelta para continuar el camino en silencio.
Tomaron un café en el vestíbulo del hotel esperando a Margarita, cuando el sol ya rayaba tímidamente en el alba, pero ella no llegaba. Tratando de disimular la inquietud que comenzaba a embargarlos, se dirigieron a su cuarto, ya que Tristán llevaba las tarjetas magnéticas de los tres y se dedicaron a esperar en vela a que la noche cayera para poder salir en su búsqueda.
Imposible me es describir la angustia que sintieron esa larga tarde, esperando lo inesperado. Un íntimo dolor atribulaba sus frías entrañas. La certidumbre latente de que no volverían a ver a su querida amiga, la sensación ingrata de un vacío en crecimiento. El gran verdugo que aún los atormentaba acechaba sus almas: los cambios, dolorosos cambios que implicaban comprobar la fugacidad del mundo una vez más, llevándose aquello que sustentaba sus vidas como un pilar.
Quién pensaría que los vampiros fuesen capaces de amar de ese modo, con tanta pureza y desinterés. También a ellos les costaba comprenderlo. Eran criaturas de oscuridad, depredadores naturalmente dotados para provocar deseo, pero en algún momento habían sido humanos también y aunque quisieran renegar de ello, aunque los consideraran simple alimento, seguían sintiendo como tales. Me atrevería incluso a aseverar que por ese mismo exilio nocturno al que estaban condenados, los llevaba a aferrarse de aquél modo entre sí. No llenos de temor a la muerte y la soledad como los humanos, sino con la complicidad de quienes han vencido estas barreras, con sincera lealtad y tan intensamente que sería difícil describir, aunque por el mismo motivo eran inefablemente dolorosas.
Tenían miedo y tristeza, no podían negarlo. Ya pensaban lo peor y de solo imaginar a la dulce Margarita ardiendo bajo el sol convirtiendo en sórdidas cenizas su cuerpo de muñeca, se estremecían aun más. Pero no podían hacer nada a esa hora, encerrados entre gruesas cortinas para preservarse de la fatalidad de la luz, solo podían aguardar un milagro y ya es sabido que ninguno de ellos cultivaba la fe.
Aunque aquella última fibra de humanidad que aun permanecía viva en el fondo de sus corazones les instara a no perder la esperanza, el racionalismo se imponía; Comenzaban a pensar en el futuro, en cómo se acostumbrarían a su ausencia. Nunca más su mirada translúcida ni su fragilidad de mariposa, su aire despistado, el laberinto inverosímil de su desconcertante mente. Ya nunca más el viaje entre lunas de charla con musarañas. Ya nuca más Margarita.
-Tal vez encontró refugio
Dijo Dennis rompiendo el agobiante silencio que lo ahogaba
-No debí dejarla ir sola. No debí ser tan frío con ella… solo quería complacerme con lo del abrigo
-Ya cállate. No eres culpable… las cosas pasan queramos o no. Esta no sería la primera vez que dejamos atrás a alguien
-No se trata de “alguien”-replicó ásperamente Tristán- ¡Es Margarita! ¡Nuestra Margarita! Ella que es toda magia, el sol del que nos privó la muerte, nuestra niña flor…
-Lo sé. No sigas… yo solo… digo, no quiero… o sea…
-Yo también la extraño, Dennis
-Es increíble cómo en unos meses esa niña se nos volvió indispensable
Sonrió amargamente Dennis, a su vez Tristán asintió en silencio. Sin saber cómo, sin saber cuándo la locura de Margarita los había envuelto y hechizado. Se sintieron un triángulo incompleto y recordaron a qué sabía la soledad.
A sus pies se amontonaban las botellas que habían comprado antes de subir al cuarto. Seis cervezas y tres botellas de vino eran la prueba fehaciente de su desasosiego. No habían degustado nada, solo lo hacían para acortar las horas hasta el anochecer, hasta la verdad, hasta… cualquier cosa distinta del silencio vacuo que se les enredaba en el alma.
-Si ella regresase…- dijo Tristán en un tono de ruego y confesión- disiparía todas mis sospechas, nunca más dudaría de ella…
¿No es curioso cómo a veces la coincidencia parece burlarse de nosotros? Poco después de haber pronunciado esas palabras que se hundieron en el olvido como una botella en la mar, un sonido en la puerta los estremeció. Como siempre habían especificado en recepción que no querían molestias durante el día, por lo cual les sorprendía que alguien tocara a su puerta. Además las recientes experiencias con los lobos los mantenían aun alertas a cualquier ofensiva. Sin embargo, el suave golpear dio paso a un extraño sonido como si la puerta estuviese siendo arañada y posteriormente el ruido sordo de una masa más o menos pesada empujando la madera.
Sin perder el recelo los dos vampiros se dirigieron al umbral, escondiéndose Dennis detrás de la puerta por si había una entrada de luz. Pero la sorpresa fue mayúscula cuando no percibió absolutamente nada por parte de Tristán y al salir de su escondite lo vio aferrado como náufrago a madero de la mismísima Margarita.
No pensaba en nada mientras la sentía entre sus brazos. Ni un regaño ni una bienvenida, solo la alegría límpida de tenerla de vuelta, de pensar que la pesadilla había acabado. Ni siquiera se dio cuenta de cuando otro cuerpo se añadió al abrazo y Dennis dejó fluir su emotividad también. Dios sabe cuánto duraron así, callando y diciéndolo todo a la vez. Solo terminó el hechizo cuando Margarita dejó caer al suelo los jirones de un abrigo negro
-Diantres… lo trajiste
Dijo Tristán avergonzado al separarse para recogerlo
-¿Cómo es posible?
-¿Qué cosa?
-Qué hayas llegado así, son las… tres de la tarde
-¿De veras? ¿Me quemé?
Los dos vampiros se sentaron en un sofá intrigados, esperando una merecida explicación al fenómeno
-Margarita ¿Puedes contarnos lo que pasó desde que fuiste a buscar mi abrigo?
-Bueno- dijo la muchacha y se acomodó para comenzar su narración- Fui al lugar de las antigüedades y tomé el abrigo, después habían unos dibujos muy lindos en los vasos y los miré hasta que sonó un ruido horrible y se llenó de gente que me apuntaba y me hacía preguntas. Después me llevaron a otro lugar donde nadie se veía alegre, yo quería irme, pero no me dejaban e insistían en preguntarme cosas que no entendí y como no dije nada me dejaron ir. Entonces salí y tooodo brillaba, me volví como ciega y anduve dando vueltas y parece que me caí, pero me despertó un perrito. Le puse Jack Elliot… aunque no sé por qué. Después nos fuimos juntos y… y… había gente… y…no me acuerdo…- Margarita titubeó un poco para luego retomar la historia con júbilo- ¡Y me comí un helado de piña! Luego estaba afuera del hotel y Jack Elliot no pudo entrar, yo quería que lo dejaran, pero el señor me dijo que no y como yo me puse triste me dio un caramelo y me hizo entrar. Jack Elliot se quedó afuera con él. Después me subí al ascensor, el chico me preguntó por el piso y yo le dije que no sabía así que salió no sé a dónde y apreté algo. Luego estaba en el pasillo y vine para acá y toqué la puerta, rasguñé la puerta, empujé la puerta y abrió Tomás y después todos nos abrazamos y…
-Suficiente, hasta ahí está bien
-Tengo un perrito. Se llama Jack Elliot ¿Saben por qué?
-El punto es que estuviste al sol… y sobreviviste
-¿Si?
Antes de que la alegría fuera a convertirse en irritación Tristán se acercó a ella y examinó cuidadosamente sus brazos y cuello.
-Dennis ¿Te has dado cuenta de que Margarita no tiene marcas de colmillos? -Inconscientemente Dennis acarició su muñeca mordida y reflexionó las palabras de su amigo- ¿Recuerdas cuándo comenzaste a beber sangre?
-…… desde…. ¿siempre?
-Margarita no es una vampira
Observó Dennis
-¿Qué?
-Eres una dampira
Al unísono Margarita y Tristán replicaron
-¿Una qué?
-Media vampira. Debe ser hija de una vampira conversa durante el embarazo… o de otra dampira con un vampiro converso…. Para ser tan nerd sabes bien poco de tu especie, niñito
-¿Eres dampira, Margarita?
 -…. ¿si?
Los dos vampiros se quedaron un rato más mirándola. Definitivamente ella siempre sería una caja de sorpresas. Tanto Dennis como Tristán pensaban en esos momentos en otras cosas, lejanas en el tiempo y el espacio, pero de algún modo, insistentemente cercano.
-Entonces…
Comenzó Tristán, pero Dennis lo interrumpió
-Entonces puedes bajar a comprar cerveza todo el día ¡Y más barato! Genial.
Y ahí quedó el tema. Como quienes han perdido la capacidad de asombro siguieron sus rutinas normales y si alguna sospecha rondó la mente de Tristán, la ahogó en seguida por su compromiso. Pero aún quedaba una sorpresa en el día y Margarita se las dio cuando iban saliendo de cacería
-Toma
Dijo Margarita alargándole unos papeles a Tristán.
-¿De dónde sacaste estos boletos de barco?
Margarita se encogió de hombros y Dennis le arrebató los pasajes de un movimiento
-No importa, siempre he querido volver a viajar en barco e Italia está muy bien, quizás hasta alcancemos el carnaval de Venecia… ¡Mira, incluye invitación para un show de ilusionismo!
Con eso se ganó la atención de Tristán y salvó la noche.
A la noche siguiente irían a Italia en un crucero de lujo.

Capitulo 10: La Batalla


Llegaron a la cita de noche y escondidos en el vagón de carga de un tren. Sighisaroa, monumento de la región de Transilvania, se encontraba desierta, luego que los turistas se marcharan llevando el alboroto sacrílego de sus flashes fotográficos y suvenires. Allí quedada sola la antigua ciudad, fantasmagórica bajo la luz aterciopelada de la Luna Llena, era la hora de los espectros que comenzaban a dejar las ruinas para retomar las rutinas interrumpidas hacia siglos por la guadaña del tiempo y la muerte, como cada noche, como si no existiese mañana ni ayer en el Medioevo petrificado de la ciudad de Sighisaroa. Sin embargo, esta vez sería distinta, pues en la quietud sacra irrumpían las voces irreverentes de unos seres que antaño habían sembrado terror en esas tierras y las ánimas, en lugar de esconderse y rezar como entonces, se acomodaron en sus graderías invisibles a gozar del espectáculo.
-¿Qué hora es, Susy?
-Deja de llamarme así, Dennis. Son las once y veinte
-¡Qué temprano! Te dije que tomáramos el siguiente tren
-Pues aprovechemos de recorrer, ya que no podemos tomar los paquetes turísticos
-No tiene nada de interesante, solo son casas viejas…
¿Era nostalgia de su época perdida lo que aguardaba detrás del amargo mirar de Dennis? en absoluto. Poco recordaba del tiempo en que había vivido y en su memoria prevalecía el hondo hedor que lo envolvía todo, las hambrunas y la presencia fastidiosa de una Iglesia que los atormentaba con pesares futuros y presentes, a decir verdad el único buen recuerdo que conservaba eran los carnavales y ésos no tienen época. Por eso es que en el modo en que miraba los corroídos muros se leía más bien una burla, un desprecio sarcástico como “He ahí que ustedes son polvo añejo para turistas y yo sigo siendo la vida…”
 Los sobrecogedores aullidos desgarraron la noche provenientes de las afueras de la ciudad les anunciaron que había llegado la hora y que debían comenzar a fingir que estaban comprometidos con la batalla. En dos súbitos saltos aparecieron ante ellos los dos hermanos, apenas vestidos con jirones de cuero en sus zonas más delicadas y profiriendo pequeños gruñidos de desafío
-¿Solo dos? Qué mal, uno de nosotros sobra…
Dijo Tristán
-Yo diría que a ustedes les faltan- replicó Jack Elliot y agregó dirigiéndose a su hermana- Encárgate  de la asesina de Vasily, Estela- al sentirse aludida, Margarita sonrió con dulzura- Yo me encargo de estos pequeños zancudos…
Inmediatamente el ambiente se tensó  en los dos frentes de la pelea, como si de repente el aire se hubiese cargado de electricidad y todo se convirtiera en un caos de sonidos, movimientos en cámara lenta y adrenalina.
 Estela le mostró los dientes con un gruñido a Margarita y en un ágil movimiento salió corriendo por las calles de la ciudad, seguida a brinquitos encantadores por una vampira risueña.
-Ahora eso es un duelo de machos, uno a medio… porque entre los dos no hacen uno
Dijo Jack Elliot. Tristán y Dennis seguían quietos sin saber qué hacer, no porque no estuvieran acostumbrados a las peleas, sino porque jamás las habían planificado
-Vamos, ataquen ¿Tanto miedo me tienen? Les estoy dando ventaja, chupasangres. Si tienen algo de dignidad, muévanse. No vine hasta Rumania para verlos allí parados, Vine a vengar con sangre maldita el crimen contra nuestro hermano ¡Los suyos asesinaron uno a uno a toda nuestra familia! Los lobos solo queremos subsistir en calma, ustedes no merecen pisar la tierra
-Lobito ¿Por qué tienes la boca tan grande?
Se burló Dennis corriendo hasta él
-Para morderte mejor
Contestó Jack Elliot transformando su cuerpo en un enorme lobo de pelaje negro y rojizo para responder al ataque del vampiro con un salto. Allí intervino Tristán interrumpiendo el salto del animal en el aire, yendo a dar a tierra juntos y forcejeando. En vano trató Tristán de buscar el cuello del lobo que se defendía con garras y colmillos, sin dejar de luchar, volvió a cambiar de forma y de un golpe envió lejos a Tristán, pero no alcanzó a incorporarse porque entonces arremetió contra él Dennis y nuevamente necesitó de la forma lupina para proteger su cuello.
Si algo concluyeron los vampiros en aquella primera confrontación fue que con el licántropo Jack Elliot no podrían aplicar las experiencias de sus enfrentamientos callejeros con humanos, pues esta se trataba de una batalla animal.
 Sin cambiar de forma, Jack Elliot pudo zafarse al fin de Dennis y ponerse en pie antes de que los vampiros volvieran a él. En tal posición no se atreverían a un ataque frontal, intimidados por los poderosos colmillos que en cada gruñido exhibían su escalofriante blancura.
 En tanto, en el frente de las féminas las cosas se iban hilando de un modo muy distinto. Estela se había adentrado entre los muros de la ciudad muerta haciendo un uso ejemplar de sus mejores recursos: el sigilo y la audacia. De esta forma había llevado a Margarita tras sus pasos hasta encerrarla en una casa donde suponía facilitar la cacería. Pensaba con desprecio en la vampira que había asesinado a su amado hermano, por eso pretendía confundirla, enloquecerla de desesperación y convertirla en una presa fácil para darle la muerte vergonzosa que merecía. Trepada en la escalera interior sintió los pasos de la vampira entrando, luego le bastaron un par de movimientos para cerrar la puerta y descender; entonces, para su desconcierto, se halló sola en la habitación y un oscuro pensamiento, como una sombra a sus espaldas, le dijo que acababa de beber su propio veneno. Estela se transformó en loba y se agazapó furiosa mirando a todos lados, aguzando sus sentidos para tratar de prever un ataque, pero lo sabía bien, ya no tenía la fortuna a su favor.
 El cuerpo a cuerpo de Jack Elliot y los vampiros continuó más o menos constante. Era una batalla de dimensiones épicas, sobrehumanas, sin pausas ni piedad, pues sin que se dieran cuenta, un fuego milenario despertaba su ardor en aquella lucha donde las leyendas de los grandes temores del hombre se enfrentaban a dentadas y zarpazos. Nadie podría decir que nuestros protagonistas eran enemigos débiles, por el contrario, entre los dos constituían un poderoso equipo; con la fuerza de Dennis y la agilidad que su contextura física le brindaba a Tristán, podían considerarse temibles incluso entre otros vampiros.  El caso residía en que Jack Elliot era realmente fuerte y disfrutaba demostrándolo ante sus enemigos, aunque reconocía que éstos lo hacían esforzarse más de lo usual en una pelea. Su fino olfato de lobo no había encontrado en aquellos adversarios ni un rastro de miedo ni de nada más que la sangre seca que impregnaba sus ropas y eso le inspiraba un solemne respeto.
Cansados de una confrontación que parecía no tener final, Dennis y Tristán se decidieron a atacar a un tiempo, abalanzándose sobre la forma humana de Jack Elliot, pero como si se tratara de un par de niños, éste se los quitó de encima con dos golpes y ambos vampiros fueron a dar al suelo uno sobre el otro
-Así no vamos a acabar nunca
Murmuró Tristán tratando a duras penas de quitarse de encima a su amigo
-Hay que definir el combate de una vez
-Sí, qué genial idea- ironizó- como si fuera tan fácil…
-Ya puse mi parte, aporta algo
-Trabajo en equipo
-Suena simple, pero ¿Cómo?
El licántropo se acercó a ellos a paso ligero, excitado con el tono que iban tomando las cosas. La respiración agitada, los músculos en extrema tensión, la sonrisa burlona.
-¿Qué pasa, zancudos? ¿Negocian su rendición, cobardes hijos de puta?
Los aludidos se incorporaron lentamente sin dejar de mirarlo, tragando saliva, tratando de disimular que en verdad estaban cansados y desmoralizados. Sus mentes funcionaban a mil, examinando el espacio, analizando sus probabilidades. Como si se tratara de un milagro, si es que estos de verdad existieran, los casi doscientos años de convivencia surtieron efecto y con una mirada sincronizaron sus ideas para urdir un plan
Dennis se dejó caer, provocando las sonoras carcajadas de Jack Elliot que retumbaron de soberbia en la soledad de la noche, a su vez Tristán retrocedió unos pasos con discreción
-¿Te quebraste una uña, vampirito?
-Solo espero. Los vampiros tenemos toda la eternidad para esperar… no somos sucios animales
-¿Y qué esperas?
-A que te aburras para poder ir a buscar a tu hermana de una vez
-¿Qué…?
-Nunca es tarde para experimentar la zoofilia con una lobita así, me pregunto si a la hora de la acción actuará como humana o como perra… Ya sabes, nosotros no teníamos nada que ver en la muerte de tu primo, solo accedimos a esta ridiculez por el premio que obtendríamos
Las palabras alteraron de sobremanera al licántropo que se abalanzó sobre Dennis transformándose en lobo mientras lo hacía, sin fijarse en que justo en ese momento Tristán se ponía en posición de ataque. Jack Elliot estaba fuera de sí gruñendo sobre Dennis, quien con la pura fuerza de sus brazos trataba de defenderse de los dientes del animal. Tal oportunidad aprovechó Tristán para saltar sobre el lobo y de un certero movimiento fracturarle la cola, éste se volteó emitiendo un feroz aullido de dolor e intentó perseguir a su agresor, quien ya había retrocedido fuera del alcance de sus fauces, pero el dolor y el desequilibrio afectaban la agilidad de sus movimientos. Ése fue su segundo error: al girar en busca de Tristán, dio la espalda a Dennis y éste trepó a su espalda mordiendo vorazmente en la zona lumbar de su columna quebrándole dos vértebras. Con un grito tan desgarrador que erizaba los pelos de pavor, Jack Elliot recobró su forma humana, tendido en el suelo entre la sangre que brotaba de su herida y horribles gemidos de dolor
-¡Unos canallas! ¡Son unos canallas indignos, hijos de puta!
-¿Y qué si lo somos?
Dijo Dennis con frialdad, escupiendo los pelos que le quedaron en la boca después de la mordida. A su lado Tristán contemplaba la escena con gesto impasible, algo bloqueaba su mente, una especie de impulso inmemorial, más intenso y terrible que su sed de sangre
-Vámonos- dijo al fin, desviando la mirada para huir de aquellos extraños pensamientos- Busquemos a Margarita y larguémonos de esta mierda
 Uno a uno fueron explorando los antiguos edificios de Sighisaroa, hasta que Tristán dio con el correcto. Al abrir una puerta, los rayos de Luna iluminaron a una loba gris que le mostraba los dientes con locura. Su cuerpo estaba marcado con pequeñas heridas de poca gravedad y sus ojos denotaban un intenso cansancio mental. Estela se transformó en mujer y se puso en posición de ataque para enfrentar al nuevo adversario
-Susy…
Dijo desde la oscuridad una dulce y conocida voz.
-¿Susy? –Repitió Estela con indescriptible asombro, mirando a todos lados en busca de la imagen asociada al nombre. El asombro fue compartido por Tristán- ¡Ella fue quien nos traj…!
No pudo terminar la frase, pues en ese mismo momento la oscuridad escupió la fugaz imagen de Margarita saltando sobre el cuello de la mujer lobo, rompiéndolo de una sola mordida
-¡Margarita!
Gritó Tristán con desesperación. Aquella mujer sabía algo de su Ilusionista, no podía ser de otro modo. A sus pies veía la sangre donde se diluía una nueva esperanza y aquél calor que se disipaba entró a inflamar su corazón
-Cómo pudiste… Margarita…
Los puños del vampiro se cerraron con furor y dios sabe qué habría sucedido si Dennis no hubiese estado a su lado para abrazar (¿o sujetar?) el hombro de su atribulado amigo. Tristán se soltó suavemente y se alejó rápidamente de ellos en dirección al lugar donde habían dejado el cuerpo de Jack Elliot.
Cuando Dennis y Margarita lo alcanzaron, Tristán ya había volteado el cuerpo medio desangrado del licántropo y le hablaba con avidez
-… ¡Dime de dónde vienen! ¿¡Cómo fue que llegaron aquí!? Por favor, te lo ruego… -la única respuesta que recibió fue un escupitajo manchado de sangre enviado con sus últimas fuerzas, pero aun seguía vivo y Tristán insistió con desesperación- ¡Os daré sepultura a ti y a tu hermana!  ¡Por favor dímelo!
Jack Elliot cerró los ojos con pesar. Aquél era el dedo en la llaga, temía que sus cuerpos quedaran en la intemperie como alimento de bestias, pero aunque deseaba responder a su asesino para garantizar el descanso digno, por lo menos de su hermana, las fuerzas ya comenzaban a abandonar su cuerpo y el aliento comenzaba a desvanecerse en su garganta
-K-Kastoria… Grecia…
La fuerza abandonó para siempre su cuerpo al mismo tiempo que Tristán se levantaba aún consternado. Su mirada permaneció fija en el suelo, sin atreverse a levantarla y encontrarse con los ojos verdes de Margarita…
La vampira también lo miraba a él, dolida sin saber por qué. Hizo el intento de decir algo, pero se detuvo confundida
-Susy… dile Susy…
Musitó Dennis a su oído con malicia, mas ella sabía que esa no era la palabra que buscaba. A pasos lentos se acercó a su amigo
-Tristán
Él la miró, acarició sus alborotados rizos con descuido y se alejó. Ése era un tema que deberían tratar después.
-Dennis, ayúdame a recoger los cuerpos, por favor. Quiero cumplir mi promesa antes de irnos
-¿Dónde iremos ahora?
-A Grecia
 El entierro fue breve y sin ceremonias, solo se encargaron de cavar una fosa lo suficientemente honda como para que los cuerpos no fueran hallados jamás y allí pusieron a los dos hermanos juntos, acurrucados uno contra otro como los cachorros de una camada de lobos. Luego se marcharon con prisa, el paso por Rumania no había sido una buena experiencia para nadie.
Al día siguiente todo fue como siempre. Los turistas llegaron, tomaron fotografías y compraron suvenires, jugando a creer las fantásticas historias del vampiro de Transilvania, sin saber que solo una noche atrás las solitarias calles de Sighisaroa habían visto la más impresionante y dolorosa batalla entre vampiros y sus enemigos naturales, los licántropos; que allí unos habían cerrado un capítulo en su inverosímil historia y otros le habían puesto punto final.