Capitulo 6: Tierra de Fantasía

Como suele pasar, el aeropuerto de Helsinki estaba atestado de gente que aprovechaba el eventual buen tiempo para tomar un vuelo hacia tierras más cálidas. En medio de aquél hormiguero humano, los tres vampiros corrían hacia la fila de los boletos de avión con destino a Estados Unidos. La súbita decisión había surgido a poco arribar en la capital finlandesa, cuando Tristán con el ánimo ya estabilizado en su usual melancolía, hizo una pregunta retórica contemplando el fondo de su copa de vino
-Si fueras ilusionista ¿A dónde irías?
-A Las Vegas- respondió Dennis distraído, para luego reflexionar un poco sobre sus propias palabras y agregar con una enorme sonrisa presagiadora de locuras- ¡Nos vamos a Las Vegas!
Desde aquél momento hasta el presente en que corrían por el aeropuerto  solo mediaban dos horas.
 -Dennis, tengo una pregunta
Dijo tímidamente Tristán cuando ya se habían ubicado en la fila
-¿Qué?
-¿No necesitamos pasaportes para salir del país?
Un silencio sombrío se cuajó entre los vampiros por extensión de unos minutos, sin que ninguno hiciera el intento de decir algo más. Finalmente Dennis fue el que abrió la boca
-Dale el dinero a Margarita y acompáñame
 Tras una nueva carrera contra el tiempo, nuestros  bizarros vampiros regresaron al aeropuerto portando unos pasaportes falsificados y nuevas prendas de vestir (sin comentarios…). Margarita los esperaba enarbolando triunfalmente los tres boletos que cada uno tomó sin mirar para correr nuevamente porque la voz artificial de una mujer ya anunciaba por altoparlante que su avión estaba a punto de salir.
Finalmente se vieron sentados en sus respectivos lugares, descansando al fin. La distribución fue simple y práctica; Margarita se apropió del asiento junto a la ventanilla, adhiriéndose a ésta como un molusco, Tristán fue dejado al medio sin derecho a replicar para controlar desde esa posición su apetito insaciable capaz de inhibir la timidez y discreción natural de su persona, mientras Dennis se acomodó felizmente en el asiento del pasillo, desde donde podría interactuar más fácilmente con las bellas azafatas, pedir una cerveza e incluso flirtear un poco.
El viaje fue humanamente aburrido, algo que las personalidades inquietas de Dennis y Margarita no se molestaron en disimular, fastidiando incesantemente al paciente Tristán que precariamente trataba de poner atención a la lectura del folleto turístico que se había encontrado en el bolsillo de alguien. En vano les susurraba airado “Sosegaos, no sois dignos de llamaros vampiros… parecéis pendejos…”, pues así solo avivaba más los ánimos de sus amigos, renovando los bríos de sus charlas incoherentes hasta provocar que las personas de otros asientos se volvieran hacia ellos exacerbados.
Para satisfacción de todos los pasajeros acabó expeditamente el tedioso periplo de cruzar el atlántico en avión, pues para los que iban allí fue realmente una aventura viajar junto a esos ruidosos pasajeros, aun cuando no medían el real riesgo de la situación. Cuando aterrizaron y nuestros vampiros pusieron el primer pie en tierra, comprobando complacidos de que aun era de noche y que aparentemente nadie había descubierto el fraude de los pasaportes (o si lo hicieron se intimidaron con sus aspectos espectrales), se llevaron la primera gran sorpresa que les deparaba aquél nuevo viaje
-Dennis… ¿En qué estado está Las Vegas?
-Nevada, ¿Por qué?
-Porque veo que todo dice “Welcome California”
Las dos miradas se volvieron simultáneamente hacia Margarita, quien con toda la dicha posible en su rostro de niña-nube exclamaba extasiada
-¡¡DISNEYLAAAND!!
 ¿Qué demonios hacen tres vampiros en Disneyland? Lo mismo que cualquiera: Turismo. Al poco llegar reservaron tres cuartos en uno de los hoteles junto al complejo de fantasías y conversaron esa noche en el hall, sin ánimos para salir de cacería. Mientras la muchacha divagaba excitada platicando sola acerca de sus películas favoritas y soñaba con conocer a sus personajes preferidos, preguntándose por ejemplo si las hadas de La Bella durmiente descubrirían que ella era vampira o si el simpático Guffy tenía sangre de perro o de humano; sus amigos se tragaban a duras penas la frustración de encontrarse en aquél meloso lugar donde, según ellos, todo su orgullo de cazadores se iba a la mismísima mierda. Misteriosamente Dennis lucía un vago nerviosismo que contradecía su habitual filosofía de no darle importancia a nada.
A la noche siguiente apenas se puso el sol, el trío se apareció en la entrada del parque de diversiones. Si bien a esa hora quedaban relativamente pocos turistas, los amigos se dispersaron rápidamente. Margarita aprovechó para subir a todos los juegos que encontró, incluso aquellos enfocados a los niños pequeños, y saludar a los personajes de cuentos de hadas con una dicha e inocencia que ya quisieran todos los padres hallar en sus hijos adolescentes, aunque eso también es relativo, puesto que algunos adultos se sintieron molestos cuando la joven se abrió paso entre sus pequeñines para acaparar la atención absoluta de los mágicos seres, desatando un llanto generalizado de niños decepcionados que, pese a la delicadeza de sus oídos, no logró inmutar ni un poco a la ilusionada vampira. En tanto en el sector de suvenires, antes de separarse, Tristán y Dennis conversaron un rato mirando de vez en cuando a Margarita, al igual que los demás padres en el recinto
-Te veo serio. De mí se esperaría ¿Pero tú?- dijo Tristán con algo de sorna- estamos en la  tierra de la alegría… o por lo menos para eso pagamos
-No pasa nada, tranquilo
Tristán guardó sus distancias, recordando los últimos sucesos vividos por su amigo
-Buscaré una cerveza
-¿Te consta que es un parque familiar?
-Niño ingenuo, no sabes con quien hablas
Replicó Dennis haciendo un guiño antes de desaparecer  entre los aparadores repletos de multicolores artilugios del célebre ratón Mickey.
Así Tristán quedó solo y comenzó a caminar sin rumbo por si eventualmente la fortuna se apiadaba de él y se encontrara con la Ilusionista en el lugar más inverosímil del mundo. A poco andar algo misterioso sucedió, se sintió perseguido y apuró el paso comprobando que la presencia a sus espaldas también aceleraba. Algo se inquietó en su interior, mientras trataba de analizar la situación, sí, sé que suena bastante extraño que un vampiro ande paranoico, pero ya se ha dicho que Tristán estaba acostumbrado a pasar desapercibido y en estos casos el sentirse acosado sí es alarmante. Pasados unos treinta metros de seguimiento, Tristán se volteó desafiante encontrándose frente a frente con la diabólica sonrisa de un enorme pato blanco vestido de marinero y sin pantalones empuñando una gran cantidad de globos. El vampiro resopló azorado y agregó educadamente en su penoso inglés
-Could you stop following me, please (Podría dejar de perseguirme, por favor)
Mas cuando reanudó su marcha, el irritante doble del pato Donald continuó hostigándolo con su puñado de globos, hasta que una idea cruzó la mente de Tristán, dejando de huella una sonrisa sagaz. Disimuladamente se alejó dejándose  seguir por sectores oscuros y quien lo hubiese visto habría comprobado que iba saboreándose los labios.
Para no profanar los hábitos de los buenos niños que se van a dormir temprano, los guardias comenzaron a corretear a los rezagados a eso de las once de la noche. Fue por eso que Tristán dejó su escondite, donde casualmente se veía la tierra removida en un bulto misterioso, portando unos encantadores globitos y se dirigió a buscar a sus amigos. El primero en ser hallado fue Dennis, en una situación que no pudo menos que dejar anonadado al vampiro de los globos, no solo por el hecho de que estuviera rodeado de latas de cerveza (¡Que sí, que el genio las encontró!), sino porque se encontraba ovillado contra una pared, espantado y acorralado por Mickey y su pandilla, o mejor dicho, un grupo de pobres tipos disfrazados que trataban de venderle sus globitos policromos.
-¿Qué sucede?
-¡Tristán, sácalos!
Exclamó el vampiro con un hilillo de voz. Antes de exigir las justas explicaciones, Tristán, quien ya venía excitado con su primera cacería de la noche, no dudó en mostrarles los filosos colmillos aun con rastros de sangre a los molestos personajes que en segundos desaparecieron como si jamás hubiesen estado allí, tan despavoridos que más adelante ni siquiera atinarían a creerse a sí mismos al recordar lo ocurrido.
-Ya pasó. Ahora sí me explicas qué fue eso
-Me horrorizan esas cosas… son tan… intimidante y monstruosas…
La sonrisa torcida de Tristán se convirtió llanamente en una gran carcajada
-¿Qué tu…? JAJAJAJA ¡En un siglo nunca me contaste eso! Bueno, tampoco es para andar presumiendo el hecho de que te asusten… jaja, los disfraces… HAHAHAHA ¡Por dios, eres un vampiro! Haha…
Dennis intentó replicar algo, pero se detuvo. Su ya vejado orgullo le impidió seguir agrandando la herida. Por su parte, Tristán se contuvo también en su tentación de vengarse de todas las burlas de su amigo bullando más la vergüenza y aun riéndose lo instó a levantarse
-¡Y yo que creía que no me llevaría mayores sorpresas en este lugar! Ven, hay que buscar a Margarita
-Oye… no vayas…
-Ja, descuida… tu secreto está seguro…jejejeje ¿Quieres un globo de consuelo?
En desquite, Dennis tomó uno de los globos y lo reventó con sus garras, hecho que alertó la sutil audición de Margarita y le permitió encontrar a sus compañeros. Cuando al fin se reunieron los tres para salir del parque en dirección al hotel, la vampira comenzó a narrar entusiasmada sus experiencias de la noche, llevando mil chucherías de recuerdos (sombrero con orejas de ratón, incluido) más los globos que recientemente le regalara Tristán. El bello rostro de Margarita se iluminaba con tal júbilo que ninguno se atrevió a interrumpir la inocente charla de sus andanzas
-… ¿Y ustedes qué hicieron?
Preguntó haciendo refulgir sus soles de inocencia, mas por toda respuesta recibió una mueca de Dennis y una risita contenida de Tristán, incapaz de revelar el secreto de su amigo ni confesarle a la muchacha que se había alimentado de unos de sus personajes preferidos para no romper aquella frágil ilusión.
Al amanecer en el hotel, los tres vampiros solo pudieron concluir que la gran ganadora de aquella aventura era indiscutiblemente la consentida Margarita, lo que significaba que ninguno de los dos tendría derecho a reclamar por ello. Pero la travesía de nuestros protagonistas en el gran imperio del norte no terminaba en California, de hecho ni siquiera debía haber comenzado por allí, por lo cual en la hora del crepúsculo, Tristán fue el encargado de comprar los boletos en dirección a Las Vegas para retomar la postergada búsqueda de la Ilusionista.
 Al llegar a la capital del divertimento nocturno, paradójicamente en la hora más luminosa del día lo cual los obligó a ocultarse en una bodega de equipajes perdidos, los vampiros se dieron el tiempo de planificar la nueva etapa de su épica búsqueda.
-¿Cuánto creen que nos tardaremos en revisar todos los lugares donde pudiera presentarse una Ilusionista?
La mirada sarcástica de Dennis bastó para confirmar que eran demasiados como para cuantificarlos, eso además del hecho de que ninguno conocía la ciudad más que por las películas, lo cual ciertamente no es impedimento para aquellos que ya no tienen nada que perder… salvo Tristán el inadaptado, pero él se sentía seguro junto a sus amigos.
-Propongo una primera noche de exploración y después la búsqueda sistemática de tu chica
-Muy bien
Aceptó Tristán, comprendiendo que detrás de aquella propuesta, Dennis estaba pensando en la ingrata experiencia en Disneyland y quería desquitarse en la ciudad que nunca duerme. Margarita también aceptó la moción, o mejor dicho, no se opuso, lo que en fines prácticos es lo mismo, estando demasiado concentrada en hurgar las maletas de la bodega y extrayendo joyas u otros objetos brillantes que llamaran su atención.
Horas después, como movido por un resorte invisible, Dennis tomó uno de los relojes que había encontrado su amiga (creo que decía por ahí “Rolex”, pero nadie le dio importancia) y anunció que ya podían hacer el reconocimiento.
Mucho habían recorrido estos vampiros en las distintas realidades que les concedía la inmortalidad, sin embargo, ninguna de esas experiencias anteriores los preparaba para lo que encontraron al abandonar el aeropuerto. La luz lo invadía todo con infinidad de colores y formas, como ellos nunca habían visto desde sus tiempos de vida al sol. Caminaron juntos, algo intimidados por la luminosidad amenazante y los excesos que atiborraban sus sentidos; tantos olores, tantos sonidos y tanta multitud que les impedía el paso. Si es posible que un lugar empequeñezca a un grupo de experimentados depredadores, es Las Vegas, allí donde todo es posible y la realidad puede adaptarse a la medida de cualquier criatura.
-Dennis, ¿Estás seguro de que debemos separarnos?...-preguntó Tristán- ¿Dennis?
El vacío a su lado le indicó que el indomable rubio se había ido a embriagar con el espíritu de la ciudad. Por suerte, pensó, Margarita seguía aferrada a su brazo y lo miraba con cierta súplica, amedrentada por el exceso de luz que encandilaba su mirada. Se encogió de hombros y entró al primer casino que encontró a su paso, para preguntar si por casualidad tenían en su repertorio el show de una Ilusionista.
 Dennis se dejó llevar por las multitudes, era experto en eso e incluso había desarrollado una técnica que le permitía dirigirse fácilmente en los lugares más atochados del mundo. Las Vegas se le ofrecía como una flor libidinosa que él no dudaría en oler y poseer, liberándose de todas las cargas que se habían colgado de su alma en el último tiempo. Era su terapia y liberación. Volvería a degustar el licor amargo y sabroso de su oscura inmortalidad y llenar con él cualquier vacío. Por eso, lo primero que debía hacer era conseguir sangre joven y, para mejorarla aun más, cerveza, recursos de sobra en la mítica ciudad. Se metió en un bar con el paso presuntuoso del depredador y buscó con la mirada a las mujeres presentes hasta dar con una que llamara su atención para iniciar la cacería acercándose con la mejor de sus sonrisas a invitarla a un trago. Lo demás sería predecible, placenteramente predecible, pensó, mientras conversaba derramando en la elegida el bálsamo embriagante de su voz.
Dejemos a Dennis con sus técnicas de seducción, sí dejémoslo en su privacidad, no insistas, esta no es “esa clase” de historias.
 En tanto, Tristán y Margarita seguían en el primer casino al que habían entrado. La búsqueda había sido vana y la entrada muy cara, por lo cual, para no desperdiciar el dinero invertido, Tristán decidió quedarse a probar suerte en una máquina tragamonedas.
 Es increíble cómo en más de doscientos años uno puede seguir sorprendiéndose de sí mismo, pues así le sucedió a Tristán con su recién descubierta ludopatía. Los primeros dos intentos fallidos fueron acompasados por una risita condescendiente, mas en los sucesivos la sonrisa fue paulatinamente reemplazada por una mueca nerviosa y un frenético “Veamos si ahora tenemos más suerte…” cada vez que bajaba la palanca de la máquina. En eso se la llevó por una hora, hasta que la inoportuna vocecita de la conciencia le comunicó que estaba cayendo en una obsesión enfermiza (otra vez) cuando ya solo le quedaba una ficha para jugar.
-Ten Margarita- dijo con culpa entregándole la ficha a su amiga- sálvame de la degradación
-¿Qué hago con ella?
-Lo que quieras, solo aléjala de mí
Margarita se encogió de hombros y vio cómo Tristán se dirigía al bar por una copa de vino. Al poco rato llegó junto a él con una pregunta en los ojos y la tela de su vestido usado como canasta rebalsando con las fichas del máximo premio de la máquina tragamonedas.
-¿Qué hago con éstas?
La mirada de Tristán era una mezcla de angustia, desconcierto y ansiedad. Con el dolor de su alma apuró la copa de vino y llevó del brazo a la joven hasta la mesa donde se jugaba la ruleta.
 Dicen que Las Vegas guarda sorpresas para todos y bien lo comprobó este trío. Así como Tristán descubrió su adicción a las apuestas y Margarita un don increíble para ganar en las mismas, Dennis en un lujoso hotel descubrió que podía sacarle otro provecho a su talento de galán cuando su compañera y presunta presa dejó junto al velador de la cama una suculenta suma de dinero en pago por su compañía. Interesante información que lo llevó a convertirse en un improvisado vampiro gigoló.
La fiesta colectiva duró hasta que el amanecer comenzó a dar tímidas señales, como si tuviera miedo de exponer sus inocentes rayos de luz ante los lúbricos carteles de neón. Esta hora sorprendió a Dennis en la cama de su última ¿clienta? que desafortunadamente coincidió con el momento en que el vampiro se dio cuenta de que no se había alimentado en toda la noche; supongo que no se precisa más información. En otro lugar y otra situación, Tristán y Margarita se dieron cuenta de la pronta aurora cuando estaban perdiendo todo lo ganado en la noche en una partida de póker con los peces más gordos de la zona en la sección vip del casino.
Los tres se encontraron en la bodega del aeropuerto (punto de encuentro) justo antes de que los rayos del sol tocaran la puerta. Se miraron inquisitivos entre sí. Dennis venía abanicándose con una gran suma de dinero, mientras Tristán, aun frenético, hacía lo mismo con las ganancias del juego de póker y la nueva camisa italiana que había obtenido después de ensuciar la suya con sangre de mafiosos. Creo que tampoco precisa explicación.
-¿Encontraste a la Ilusionista?
Preguntó Dennis. Tristán alzó su índice en ademán de decir algo para callar y bajar la mirada decepcionado
-No… ¿Y tú?
-No
Se miraron en silencio, sin atreverse a decir nada recriminatorio que pudiera aplicarse también a sí mismos. La búsqueda no llevaba a ninguna parte y no daba muestras de querer hacerlo si cada vez que se dispusieran a hacerlo cayeran en sus respectivos vicios. En el afán de cambiar el embarazoso tema ambos miraron a Margarita y emitieron una exclamación de asombro al mismo tiempo al ver el papel que ella leía distraídamente. Se trataba de un panfleto fotocopiado que decía:
“GRAN CONVENCIÓN DE VAMPIROS”

2 comentarios:

  1. ¿Gran convención de vampiros? Me intriga bastante aquella revelación...

    Y si debo agregar que me encantó lo de la muerte de Donald, y el miedo de Dennis.

    El Chico de la Risa Estruendosa.

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